martes, 27 de febrero de 2007

SESION VI: EN CUBA EL PSICOANALISIS SOBREVIVE (TAMBIEN)

Se ha despertado en mi una curiosidad particular por conocer el destino del psicoanálisis en Cuba. Por ahora mi interés se concentra en el ámbito científico-médico e intelectual cubano después de 1959. Mi búsqueda en Internet no ha sido exhaustiva, pero esta me ha proporcionado suficiente información como para esbozar un recuento de hechos interesantes.

De todos es conocido el impacto que tuvo la revolución cubana, en todas las esferas. El destino del psicoanálisis fue parecido al de la religión o acaso como el de la educación cívica. Las teorias de Freud calleron en el saco de "los rezagos del pasado", era cosa de la burguesia. Nuestros psicoanalistas, considerados la mayoría como reaccionarios (simpatizantes con el gobierno anterior) terminaron emigrando en masa, sobre todo a los Estados Unidos. En 1962, en el marco de la Reforma Universitaria, el psicoanálisis fue excluido del diseño curricular de la carrera de psicología. Durante los estudios de medicina y para la especialidad de psiquiatría, el psicoanálisis quedaría relegado a un recuento somero de los principales conceptos freudianos. La enseñanza muestra entonces una teoría “en decadencia” de donde se extraen y utilizan arbitrariamente ciertas definiciones fundamentales como el inconsciente (que resulta controlable…) o algunos mecanismos de defensa de los más populares (represión, proyección, etc). El psicoanálisis no se practicó más.

Los estudios superiores de las ciencias médicas y psicológicas en Cuba adhieren a la psicología marxista. Esta orientación se concentra en la dimensión bio-psico-social del hombre, pero obvia su naturaleza espiritual. Unos años después se intentará “reparar” esta falla en la teoría con el rescate de los ideales humanistas de Varela y Martí.

No necesito aclarar de dónde importamos la psicología marxista, con Pavlov, su perro y luego los neurotransmisores. Este sistema teórico correspondía muy bien con el gobierno totalitario que se iba conformando en Cuba. Porque, en fin, es conocida la incompatibilidad del psicoanálisis con los sistemas dictatoriales. El mismo Freud debió partir de Alemania luego de sus fricciones con el nazismo, que consideraba el psicoanálisis como una “doctrina judía”. Es también conocido el destino de muchos psicoanalistas durante las dictaduras de América Latina, sobre todo en Argentina, donde sus profesionales fueron obligados a adherir al régimen (incluyendo “la ley del silencio”), disociándolos del contexto público. Muchos otros tomaron el camino del exilio.

Y es que el psicoanálisis invita a pensar con libertad y a hablar (sin reservas, sobre todo si se trata de una cura). El gobierno totalitario substituye la actividad de pensar por el discurso autoritario y promueve la censura como uno de sus mecanismos de defensa.

Pues bien, los años sesenta, setenta y la primera mitad de los ochenta fueron de florecimiento para los servicios de salud mental en Cuba, sobre la base de la psicología marxista. Son innegables los logros: el acceso total a los servicios, la psicología aplicada a una infinidad de esferas de la sociedad, el mega-proyecto de Ordaz en Mazorra… Muchos psicólogos tienen la oportunidad de formarse en la Unión Soviética o en otros países de Europa del Este. Mientras, el psicoanálisis queda marginalizado, pero nunca censurado. En 1971 el Instituto Cubano del Libro publica las Obras Escogidas de Freud. Las Completas quizás se podrían encontrar en una biblioteca… La revista Casa de las Américas incluye algunos artículos sobre el tema ( por ejemplo, los ensayos de Marie Langer) lo que puede traducir el interés de la intelectualidad cubana por las teorias freudianas.

Siempre al margen de la práctica médica y psicológica, los adeptos al psicoanálisis muestran su presencia, fundamentalmente a través de encuentros teóricos como mesas redondas en reuniones plenarias y otros engendros... Pero de estas actividades, las que más han despertado mi interés han sido los Encuentros de Psicoanálisis y Psicología Marxista, que comenzaron a organizarse en la Universidad de la Habana a partir de 1986, a razón de un encuentro cada dos años. En ellos participaban profesionales cubanos de la salud mental y psicoanalistas extranjeros, sobre todo latinoamericanos. El momento histórico es propicio: Comienza el Periodo de Rectificación de Errores, que coincide con la Perestroika y la Glasnot.

Entre tiempos, el psicoanalista argentino Miguel Oscar Menassa presenta siete conferencias en la Habana en 1995. El libro tuve la oportunidad de leerlo en Cuba y, confieso, una chispa se encendió en mi. En 1996, Ursula Hauser, psicoanalista Suiza, a través de la ONG Medicuba y en asociación con el Centro de Orientación y Asistencia Psicológica de Cuba, inicia un proyecto de formación psicoanalítica a psicólogos, centrándose en la técnica del psicodrama. Ella emprende también algunas psicoterapias breves.

Desconozco si en este periodo hubo otras cooperaciones semejantes. Puede ser… De todas formas tengo la impresión que la década de los noventa fue rica en contactos con el ambiente psicoanalítico mundial, a diferencia de las anteriores décadas de la Revolución (y posteriores, como veremos más adelante).

Pero quiero concentrarme en los encuentros bianuales entre psicoanalistas extranjeros y psicólogos marxistas. Estos encuentros representaban para no pocos profesioales cubanos la oportunidad invaluable de escuchar de primera mano la experiencia psicoanalítica personal, teórica y clínica, alimentando poco a poco el interés y la esperanza de adherir esta orientación. Para los psicoanalistas extranjeros, participar a estas discusiones significaba explorar un terreno no labrado, quizá fértil, donde practicar un psicoanálisis nuevo, una práctica que tomara distancia de la ortodoxia y del lacanismo, principales escuelas sobre todo en Latinoamérica.

Los encuentros fueron intensos, generadores de ideas, de proyectos. Sí que hubo momentos tensos, dadas las diferencias paradigmáticas de las teorías que se confrontaban, las criticas de un lado y del otro, el desplazamiento de conflictos desde una dimensión particular (individuo, paciente) a una dimensión social, tal vez peligrosamente política… Pero sobre todas las cosas los encuentros eran ricos en aportes. Fueron siete encuentros en total, que reflejan muy bien, a mi parecer, la evolución de la manera de pensar la psicología en Cuba, inscrita en los diferentes contextos de esos años: Perestroika, caída del muro de Berlín, periodo especial, medidas de “abertura”, batalla de ideas…

El último encuentro sucedió en 1998, fue el más (in)tenso. Los participantes del lado psicoanalítico expresaron su temor de un atrincheramiento del Estado que impediría finalmente la formación y el ejercicio de psicoanalistas en Cuba. Los compatriotas reaccionaban, concentrándose sobre todo a refutar las criticas al sistema. La brecha se convertía en abismo. Cuentan que, a pesar de todo, al final de las discusiones los cubanos se acercaban para indicar que las críticas no perturbaban absolutamente el vinculo amistoso existente.

El proyectado VIII Encuentro se postergó varias veces, al final nunca sucedió. Me pregunto si esto tiene relación con el comportamiento menos “tolerante” del gobierno en estos últimos años… O quizás con el florecimiento de otras orientaciones como las terapias cognitivo-comportamentales o de otros procederes llamados alternativos… No sé.

Pero el psicoanálisis sobrevive en Cuba. Doctores como Mario Rodríguez Betancourt siguen activos publicando artículos (Metapsicología de la Psicología Marxista, 1999. Bueno, con una editora mexicana) y existen grupos de psicoanalistas (ortodoxos, lacanianos y otros) que se empeñan, que forman parte de la Asociación de psicólogos de Cuba. Pero todo debe quedar en el ámbito de la teoría. Dudo que en Cuba se hagan “curas tipo” con un dispositivo psicoanalítico como se debe, con el “encuadre” que esta requiere, llevadas a cabo por terapeutas ya psicoanalizados (condición sine qua non).

De todas formas, yo albergo y alimento una esperanza. Compartir un día con mis colegas de allá esta fuente de saber (y de no saber) que es el psicoanálisis.

Una anécdota, que tal vez no venga al caso, que da cuenta “La Prisión fecunda” de Mario Mencía. Fidel proyectaba hacer una escuela con sus compañeros de prisión y pidió a alguien que le enviara libros, entre ellos de autores como Trotski y Freud. La dirección de la cárcel negó la entrada de estos libros y Fidel redacta un documento reivindicando el derecho que tiene toda persona a leer todo lo que quiere.

Googlegrafía:

www.cartapsi.org/biblioteca/archivos/apuntes.pdf

www.psicomundo.com/foros/psa-marx/encuentros/index.htm

www.psiquiatricohph.sld.cu/hph0205/hph020905.htm

www.gvom.ch/info_esp/e_cuba/e66.html

www.spdecaracas.com.ve/download/cdt_398.doc

www.miguelmenassa.com

(Los colegas Luis C, Hugo y Alberto, han compartido sus experiencias sobre otro capìtulo poco conocido del psicoanalisis post-59 en Cuba: la labor del Grupo de Estudios Psicoanalìcos de la Habana. A leer sin falta en los comentarios!)

lunes, 12 de febrero de 2007

SESION V: EDIPO CUMPLE TUS DESEOS


El complejo de Edipo es uno de los conceptos del psicoanálisis más llevado y traído. La tragedia de Sófocles ya gozaba de reputación, pero es indudable que Freud, al utilizar el mito para designar un complejo en la psicogénesis del ser humano, permitió que este trascendiera las artes y luego, sin que él lo deseara, el marco teórico de la psicología. La “popularización” del Edipo, su uso y abuso, trajo consigo -- como siempre en estos casos -- la vulgarización y la tergiversación. Esto sin contar las polémicas, multiplicadas al infinito hasta la actualidad, incluso entre los mismos adeptos al psicoanálisis. En muchos casos los diferendos alrededor del complejo y su interpretación han generado escuelas diferentes.

Freud menciona el complejo de Edipo por primera vez, en el articulo “Contribución a la psicología de la vida amorosa” en 1910. Pero ya antes él intuía este fenómeno, mediante su auto-análisis, como lo demuestra una carta de 1897 a su colega Fliess, donde Freud compara el mito edipiano con sus propios sentimientos de amor a la madre y de celos al padre, siendo el un niño. La utilización del mito por Freud no es fortuita. Digamos que ese mito, como todos los otros en todas las culturas, representan los deseos y los miedos inconscientes (y luego quizá concientes) de los seres humanos. Edipo cumple un deseo reprimido de la infancia: poseer la madre, ocupar el lugar del padre.

Doy por descontado que conocen la tragedia de Sófocles. Si no es así, pues léansela o dense un saltico a Wikipedia… O mejor, escúchese “Epopeya de Edipo de Tebas” de Les Luthiers…



...Yo me concentraré en el complejo psicológico, que explico a continuación.

El complejo de Edipo designa un conjunto de deseos y de movimientos hostiles inconscientes, dirigidos generalmente a los padres, en un determinado momento del desarrollo psíquico del ser humano, casi siempre entre los tres y los cinco años.
Aunque algunos niños son bastante evidentes respecto a estos deseos y hostilidades, estos son en gran medida inconscientes, tanto más si el niño es mayor. Estas mociones se desplazan a otros objetos (P.ej. juguetes que se prefieren, juguetes que se destruyen) y otros eventos o modalidades relacionales (los juegos).

Grosso modo, se trata del deseo que el niño resiente de poseer al padre de sexo opuesto y los sentimientos de odio y celo por el padre del mismo sexo (rival). Pero existe también el Edipo negativo, donde el niño desea al padre del mismo sexo.

A través del complejo de Edipo, el niño se enfrenta a un conflicto entre el deseo y la interdicción (amor incestuoso) que obviamente está influenciado por el contexto sociocultural. Al respecto mucho se ha polemizado. Hay quienes defienden la idea de que el complejo de Edipo sería solo un producto de la cultura occidental o de los condicionamientos religiosos. Pero muchos ya han demostrado (entre ellos Levi-Strauss) la universalidad del Edipo. No importa en qué cultura, la autoridad del padre y el incesto tienen implicaciones psíquicas. Solo se podría hablar de diferentes modalidades del complejo.

El conflicto edipiano está estrechamente ligado al complejo de castración. Los dos juntos marcan un momento importante en la psicogénesis del hombre. La resolución adecuada de estos dos complejos asegura el equilibrio psíquico futuro. La no solución sería la causa de las neurosis histéricas.

Ahora que introduzco el complejo de castración, pienso que sería mas claro que explicara primero cómo el niño “llega” a esta etapa crucial de su desarrollo psíquico y cómo se suceden las cosas a continuación, en cada sexo.

Digamos que para el niño de tres años (un poco más, un poco menos) solo existe un sexo. Como resultado de la lógica infantil (lo que veo es lo que existe) este solo sexo es el masculino, pues está el pene que se ve. Las niñas son niños castrados. O: la niña tiene pene pero es muy pequeño y no se ve, va a crecer. Es importante decir que, aunque a los padres se les ocurra explicar a los niños de tres años, la diferencia entre los sexos, esta información será tan abstracta para ellos que no lo entenderían que parcialmente. De hecho, la cabal comprensión de esa diferencia llega con el complejo de Edipo!

Muchos psicoanalistas han criticado esta teoría (denominada monismo fàlico) de Freud. Por supuesto, analistas sobre todo del sexo bello, como Ruth Mack, Helene Deutsch y Melanie Klein… que propusieron otras variantes menos “machistas” a la teoría. Luego, habría que escuchar a las feministas…

Entonces, los niños y niñas llegan a esa fase, luego de haber superado otras formas arcaicas de satisfacción del placer sexual (oral y anal) y comienza a satisfacerse por medio de la manipulación de sus órganos genitales. Es entrando en esa fase llamada Fàlica, que, en el niño comenzaría, inconscientemente, a desear sexualmente a la madre. Por consiguiente el padre es un rival, que hay que eliminar. Los dos deseos son generadores de angustia: a causa de la interdicción de la madre y a causa del miedo al padre. Porque en el padre el niño proyecta sus pulsiones agresivas: el padre podría vengarse. Esto es lo que se llama complejo de castración (angustia de castración) : como si el padre amenazara con castrar al niño. En un segundo tiempo, el niño advierte que solo siendo como su padre podría poseer a la madre y de esa manera también aleja la amenaza de castración (y la angustia disminuye). Entonces el niño se identifica al padre, la única manera de remplazarlo. En paralelo, el niño pareciera “alejarse” de su madre, una forma de combatir el deseo.

En el caso de la niña, el complejo de castración sucede primero. Ella nota que no tiene pene (que está castrada) y es su padre quien tiene uno, que hay que poseer (Edipo). Lo anterior se ha dado en llamar “envidia de pene” y ha sido uno de los puntos más discutidos y reprochados a Freud, psicoanalistas incluso, como dije unos párrafos arriba.

Que conste que la evolución que describí es solo un patrón, una base teórica para elaborar hipótesis. El complejo de Edipo puede ser vivido de maneras tan disímiles como distintos somos todos, los contextos, los padres de cada uno, etc…

La solución del complejo, en los dos sexos, sobreviene (tal y como se mudan los dientes de leche a los definitivos, como dijo Freud) cuando el conflicto es reprimido y sublimado (otros intereses lo sustituyen) entrando el niño en la “fase de latencia” (más o menos desde los cinco años hasta la pubertad). Este conflicto puede reactivarse en la adolescencia… pero eso es otra historia...

En la tragedia griega, Edipo resuelve el enigma de la esfinge. La respuesta era El Hombre, en su evolución, ustedes saben: de niño en cuatro patas, de hombre en dos, de viejo en tres por el bastón… Se me ocurre que el enigma era más que premonitorio… Y coincide de cierta manera con Freud! Edipo mata al padre y se hace hombre, incluso rey?… y al saberse parricida se ciega… seguro que después debía ayudarse de un bastón, no?