lunes, 26 de marzo de 2007

SESION VII: UNA TEORIA PSICOANALITICA SOBRE EL HUMOR

El humor es un proceso psíquico que opera a un nivel preconsciente*. Es un mecanismo de defensa consistente en una reevaluación inesperada de elementos reales, invirtiendo una eventual tonalidad afectiva desagradable (irritación, ira, piedad, repulsión) y ofrece de esa manera al Yo triunfante, una ganancia de placer.

El psicoanálisis diferencia el humor (la manera de ver la vida con humor) de la burla y el chiste (doble sentido, juegos de palabras, etc.) que responden a una satisfacción pulsional erótica o agresiva. La burla y el chiste necesitan casi siempre de una tercera persona (protagonista). El humor es una actitud, los chistes son un acto de creación (no cuento los chistes que se transmiten, aunque para contarlos bien hay que tener Humor).

El chiste viene siendo un mensaje incongruente o tendencioso que emana una energía psíquica, ofreciendo al intérprete y al interlocutor una ganancia en placer. Con el chiste el sujeto se “sumerge” en el inconsciente y reencuentra los juegos de niños: la fantasía, los juegos de palabras, el sinsentido.

Todo chiste logrado, y el acto de creación que él implica, marca un punto a favor contra la inhibición que la razón crítica (uno de los aspectos del Superyo**) impone a nuestro pensamiento.

La ironía y el sarcasmo pertenecen a un grupo de mecanismos defensivos que aspiran a la adaptación o a la resistencia, ante un conflicto determinado. Es un modo (diplomático) de solución de ese conflicto por medio de un ataque “gentil”.

En situación de crisis y cuando el individuo se enfrenta a situaciones traumáticas, el humor es un excelente mecanismo defensivo, donde, además de ofrecer una invulnerabilidad narcisista, la energía negativa revertida ofrece un placer moderado de victoria, una sonrisa leve.

Por lo tanto el humor es un proceso complejo y “costoso” en energía psíquica debido a que no funciona de la misma manera que otros mecanismos (represión, renegación) donde el evento adverso es “olvidado”. En este caso podría decirse que el humorista retira el acento psíquico del Yo (donde un traumatismo se manifestaría a través de síntomas) para desplazarlo al Superyo. He aquí la pregunta sicoanalítica sobre el humor: qué es lo que hace diferente el Superyo del humorista, que puede sin dificultad hacerse depositario de afectos negativos y revertirlos?

La hipótesis es que el Superyo del humorista es “flexible”, consentidor, consolante, en fin maternal. Un Superyo que permite al individuo de cuestionar “a distancia” un evento determinado, que permite desdramatizar. Por esto los psicoanalistas hacen acento sobre la relación primordial del humorista con la madre, debido a que ese Superyo es el “preciado don de mamá”.

Un buen humorista sería casi “impermeable” cuando él es motivo de burlas o chistes, luego que se considera al humorista poseedor de un fuerte núcleo narcisista, gracias al Superyo que he descrito.


*Preconsciente: Instancia intermedia, de transición, entre inconsciente y consciente. Rápido y para que entiendan, es donde las representaciones inconscientes de las cosas se transforman en palabras, siempre un paso delante de la actividad consciente (reflexión) sobre nuestra locución.

**Superyo: Una de las tres instancias del aparato psíquico, junto al Yo y al Ello. El Superyo tiene tres funciones principales: de auto conservación, de censura y de modelo ideal de ser. El “vigila” y juzga los actos del Yo, comprende la conciencia moral. El sentimiento de culpabilidad sería consecuencia de un Superyo severo. Por todo lo anterior se piensa que el Superyo es el “heredero” del Complejo de Edipo, es decir, se forma a partir del tipo de identificaciones a nuestros padres “a la salida” del complejo.