lunes, 16 de junio de 2008

SESION IX: FREUD VS MARX

Parece que ha transcurrido el tiempo suficiente para finalmente dejar a un lado lo del test de Rorschach… y sentirme menos culpable. El caso es que me aburro terriblemente cada vez que enfrento el material a interpretar... Tienen razón los que en su momento me alertaron de que me estaba metiendo en camisa de once varas. La cosa tenía que haberse quedado en el pasaje de las planchas y ya. Pues así quede.

Bien, pasemos a otro asunto.

Quería compartir con ustedes la crítica que hace Freud al marxismo, que aparece en la conferencia sobre la Weltanschauung* (1932-1933) del libro « Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis ».



Hombre precavido, antes de meterse de a lleno en el asunto, pone el parche antes que aparezca la llaga, aclarando su desconocimiento en profundidad sobre las teorías de Marx. Se confiesa incapaz de saber si los postulados marxistas son más o menos justos. Freud se concentra en su apreciación de que el marxismo postula que las condiciones económicas son las que modulan el comportamiento humano, obviando los factores psicológicos que motivan los intereses materiales. Para ello Marx se apoyaría en el hecho comprobado de la influencia que tienen las relaciones económicas en las actitudes intelectuales, éticas y artísticas de los hombres. Freud habla entonces de una perspicacia marxista, que del tiro pretende restarle toda importancia a la psicología de masas. A continuación el psicoanalista expone unas cuantas de sus ideas al respecto, mencionando el papel primordial del rejuego de pulsiones (de autoconservación, pulsiones agresivas o de amor, de aspiración al placer y rechazo a lo desagradable) en el origen y desarrollo de la civilización humana. Para Freud se trata más bien del ser humano « pulsional » que intenta controlar la naturaleza, de donde extrae lo necesario para construir sus armas o para garantizar su bienestar. Menciona también su teoría de la reivindicación del Superyo (que se traduce en las tradiciones, en la creencia de un Ideal del pasado) que ofrece una resistencia a todo cambio hacia una nueva situación económica.**



Pero donde la cosa se pone mejor, es cuando Freud pasa a analizar el bolchevismo, el intento de puesta en práctica de la teoría marxista. Claro, a medida que uno avanza en la lectura de la conferencia, va teniendo por momentos la impresión de « déjà vu », debido a que uno ya ha leído o escuchado o vivido cosas semejantes. Sin embargo, esto no disminuye el placer de la lectura y por varias razones, entre ellas, por poder apreciar el carácter visionario de las ideas de Freud, quien además va al encuentro de una corriente « progre » bastante difundida en la Europa de la época.

Dice Freud : Del descubrimiento – recién estrenado – de la importancia de las condiciones económicas nació la tentación de no dejar la transformación al curso histórico, sino a imponer una nueva forma económica por medio de una « intervención revolucionaria ». Gracias al bolchevismo, la teoría marxista gana coherencia, energía y el carácter exclusivo de una Weltanschauung. Pero al mismo tiempo adquiere un parecido inquietante con aquello que el bolchevismo combate : la religión. A pesar de autoproclamarse como una ciencia, apoyándose en otras vertientes científicas y técnicas, el marxismo impone una interdicción a pensar. Un examen crítico del marxismo es proscrito, una duda en cuanto a su exactitud es castigada como si se tratara de una herejía. El marxismo substituye la ilusión idealista por otra ilusión no menos dudosa. Las obras de Marx – agrega – sustituyen la Biblia y el Corán como fuente de revelaciones, compartiendo con estos textos la existencia de una buena dosis de contradicciones y de zonas obscuras.

Según Freud el marxismo espera cambiar la naturaleza humana en el plazo de unas cuantas generaciones, imaginando un futuro donde no habrá casi fricciones entre los seres humanos, quienes asumirán el trabajo sin la mas mínima resistencia. Mientras, reprime las mociones pulsionales o incita a únicamente proyectarlas, generalmente en forma agresiva. Así, el bolchevismo se apoya en la hostilidad de los pobres contra los ricos para explicar su nacimiento, se sirve de los enemigos del marxismo como la amenaza permanente de la estabilidad de la nueva sociedad, lo que en definitiva asegura su cohesión. De la misma manera que la religión, el bolchevismo intenta suavizar el sufrimiento y las privaciones de sus creyentes con la promesa de un porvenir mejor, donde no habrá necesidad insatisfecha. El marxismo práctico pretende transformar la naturaleza del hombre a través de medidas represivas, la educación coercitiva, la interdicción de pensar y el uso de la fuerza.

Freud se preocupa por el estado de cosas en la Rusia de la época y se declara impotente. Habla de la poca utilidad de discutir con los seguidores del bolchevismo. Evoca la existencia de líderes cuyas convicciones son inquebrantables, a quienes se les debe la instauración de un tal orden de cosas y considera que, desgraciadamente, para muchos en Europa el bolchevismo significaba una esperanza de futuro mejor. Pero será precisamente el futuro, según Freud, que quizá demuestre que se trata de una empresa prematura. Y así por mucho tiempo porque, aunque lleguemos a controlar las fuerzas de la naturaleza con nuestra ciencia, de manera tal que se pueda eliminar la miseria material y permita satisfacer las exigencias intelectuales de los hombres, se deberá entonces luchar durante un tiempo incalculable contra el carácter indomable del hombre, que le inclina a oponerse a toda especie de comunidad humana.


Recuerdo que allá en la Lenin había una profesora de Marxismo que se le ocurrió comenzar el curso con la pregunta primordial, la que intentaríamos responder con el transcurso de las clases y gracias a la enseñanza de los preceptos materialistas-dialécticos. Puso cara filosófica e interrogó : «¿Cuál es el sentido de la vida? » recuerdo nuestras elucubraciones, cada cuál esperanzado en dar en el clavo : «¿ser feliz? ¿comer? ¿tener una familia? ¿jaula, alpiste y revolcadero? ¿un carro? ¿simplemente vivir?». Nada, en cada clase la gente inventaba, creaba chistes sobre la pregunta fundamental… y nada. Viendo la profesora (que de paso, era la « ideóloga » de la unidad) que nadie daba en el clavo, un buen día se decidió a iluminarnos con la respuesta : el sentido de la vida es el Trabajo. Recuerdo el silencio en el aula, el desencanto en las caras. ¿Qué nos deparaba la vida? curralo, curralo y más curralo. Esa noche me fui a dormir deprimido pues yo pensaba que el trabajo era un medio, no un fin.


*Significa « visión del mundo ». Freud la define como «una construcción intelectual que intenta resolver de manera homogénea todos los problemas de nuestra existencia a partir de una hipótesis que todo reúne, y que por consecuencia, ningún problema queda sin solución; donde todo lo que nos interesa encuentra su lugar determinado. En esta conferencia Freud se defiende de comentarios de que con su teoría él intentaba crear una Weltanschauung.

** Valga aquí agregar el concepto de Ideal Del Yo y su implicación en la formación de grupos sociales o políticos y en la relación de las masas con el líder.